Yo se que es obvio. Pero hay que ceder. En un punto la intrasigencia no se puede sostener.
Hay que doblarse antes de quebrar. Porque la continuidad es un vicio y los cambios bruscos asustan.
La botella está vacía. Otra vez.
Las colillas se amontonan en el cenicero y yo la siento cerca y lejos.
Y es terrible y bello.
Bello y terrible como son esas cosas que nos asustan.
Pero es ella. y Cada vez la certeza es más profunda y real.
Esa es una buena palabra.