Es lo único que me queda. Reincidir en no cerrar los ojos. Aguantar la respiración y sentir cómo se aprieta la garganta.
La noche es ancha. Las palabras se pierden en el ruido de las teclas y el humo que inunda este cuarto desvelado donde escribo.
Si sólo pudiera resistir la tentación del recuerdo. Poner las imágenes en espera y atender otro teléfono. Si fuera fácil, seguir. Que no importe. Que se venga el tiempo encima del escritorio como un ropero desfondado y me aplaste antes de seguir viéndome esta cara de Noviembre.
15/11/07
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2 comentarios:
Me puse triste.... ¿la tristeza es contagiosa?
jaja. seguramente Na
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